Escribe: Lápiz Rojo
¡Qué bueno ché! Que lindo esto de unas minivacaciones en marzo. ¡Cinco días sin laburar, cinco días sin clase, cinco días sin obligaciones! Como dice la canción “no vamo a laburar, no vamo a laburar...” Repasemos: jueves y viernes santo (los chupacirios a gastar suelas recorriendo las iglesias y rezando -total, después igual siguen cagando a la gente, jeje!-); sábado y domingo libre; lunes feriado por... por? Ah! cierto, por el 24 de marzo, día de la memoria. Pero, por qué día de la memoria? Veamos; memoria: dos por dos, cuatro; tres por tres, nueve... San Martín nació (¿o murió?) un 17 de agosto; Belgrano un 20 de junio... el Río Paraná nace en Brasil y desemboca en el Río de la Plata... Colón empezó a matar gente en estas tierras un 12 de octubre; pero no, creo que a esa memoria no se refiere. ¿A cuál memoria se refiere entonces?
Se refiere al golpe militar de 1976. El golpe de los milicos fascistas, de los discípulos de Hitler y Mengele, de los amigos de Mussolini, Franco y Pinochet; el golpe de los que se confesaban con Tortolo y los demás obispos. Creo que a eso se refiere el día de la memoria, ¿a recordar a las víctimas, no? Al menos todos los años se recuerdan a los treinta mil desaparecidos, a los asesinados, a lo secuestrados, a los torturados, a las mujeres violadas, a los chicos robados. Se les pone placas, se colocan sus nombres a plazas y calles, se recuerda sus muertes; todo muy bueno, se lo merecen; eso y mucho más se merecen.
Pero, ¿y por qué no recordamos también sus vidas, sus sueños, sus utopías? ¿O no las tenían? ¿O peleaban por nada? ¿O se dejaban matar por boludos? Ellos no eran unos tontos participantes de Gran Hermano, sino que eran jóvenes conscientes de lo que querían, de los riesgos que corrían; entonces, ¿por qué no recordamos sus luchas? ¿Por qué no recordamos que murieron peleando por un mundo distinto, más justo, un mundo igualitario? ¿Será que no conviene que el pueblo sepa que en Argentina estuvimos a un paso de vivir en un país distinto y que sólo lo evitaron con la mayor masacre que ha existido en estas tierras? Masacre orquestada desde el poder, ese poder que, más allá de haber cambiado sus figuritas y sus discursos, se mantiene intacto. Porque el golpe del 24 de marzo de 1976 marcó el inicio de un proceso que implantó el neoliberalismo, proceso que no finalizó el 10 de diciembre de 1983, sino que llega hasta hoy; proceso con el cual el poder, las clases dominantes, el bloque hegemónico (o como quieran llamarlo) impuso su proyecto, el proyecto neoliberal que pretende perpetuar; proceso que se inició con Videla, Masera, Agosti, Galtieri, Viola y Bignone, pero que sigue después con Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde y que continúa hoy con los Kirchner. Proceso que tuvo como eje principal la fragmentación y destrucción del campo popular. En fin, proceso de mierda...
Pero sucede que en Argentina existe un ocultamiento de lo sucedido en la década del setenta; se recuerda solamente a los desaparecidos, pero no se recuerda el sentido de sus luchas. ¿O vos te acordás por qué lucharon? Hoy el gobierno maneja un discurso progresista (que toma como bandera la defensa de los Derechos Humanos), pero en la práctica aplica las recetas neoliberales. Te cagan de hambre, te faja la cana, te explotan por dos mangos, te morís si te pica un mosquito... Como todos los años, a los treinta mil seguramente se los recordará, se levantarán monumentos en su memoria; pero, fundamentalmente, no se dirá por qué los mataron, no se hablará del motivo, del por qué y del para qué de sus luchas. Se ocultará que éstas eran para terminar con un mundo de mierda donde unos pocos dominan a muchos, por construir otro más justo, por la transformación de la sociedad, por la superación de este perverso sistema capitalista; en definitiva, se ocultará que sus luchas eran por la revolución socialista.
¿O eran por otra cosa acaso? No eran hinchas de Boca peleando contra los de River, ni los de Ford contra los de Chevrolet, y menos aún de Tinelli contra Pergolini o Rial contra Sofovich... Reconstruir la memoria es decisivo para construir la identidad de los sujetos y de los pueblos; pero la lucha por la memoria depende de qué y cómo se recuerde. Si creemos que peleaban por un partido de fútbol, lejos estaremos de recordar lo cerca que estuvimos de alcanzar la revolución, y mas lejos aun de reintentarlo.
Al cumplirse este nuevo aniversario del golpe de 1976, al reflexionar sobre el hecho de que en los setenta se peleaba por cambiar este sistema injusto y por construir una nueva sociedad, y al observar cómo actualmente se han multiplicado esas injusticias, cómo la pobreza, el hambre y la marginación son instrumentos utilizados para “domesticarnos” y para que sumisos aceptemos y naturalicemos la actual situación, llegamos a la conclusión de que si antes esas luchas fueron posibles, hoy son el único camino a seguir para poder vivir con dignidad en una sociedad distinta. Pero si hoy negamos esas luchas lejos estaremos de intentar nuevamente cambiar la realidad para así poder vivir en un mundo mejor y para todos.
En ese caso, si seguimos hablando de los desaparecidos como si fuesen un sello y no como los protagonistas de carne y hueso de una lucha por un mundo distinto, terminaremos recordando a esos treinta mil como mártires que entregaron sus vidas en una lucha por una utopía inalcanzable. Y los gobiernos, la iglesia, los militares y, sobre todo, sus jefes (los que manejan los hilos de nuestra sociedad desde el poder) seguirán levantando sus copas y brindando todos los 24 de marzo por un mundo para unos pocos.
Entre
Hace 1 semana